Mi historia


 
 
Tengo una historia para contar, terrible y extraordinaria, la historia de un hombre: mi historia. Ella me pertenece completamente, con largos años de silencio, con angustias de interminables noches de insomnio. Es mia, la historia increìble y estupefaciente de un hombre como tantos, un ser entre millones que vagan en las notas del destino poblando este mundo perdido en los espirales de un universo oscuro. Un hombre que de repente en una noche, se encuentra lanzado mas allà de los lìmites de aquello que definimos realidad, conducido al borde de la locura, en una concepciòn distinta del espacio y el tiempo. Precipitando en un abismo de absurdo y de impotencia, aquella noche conocì los Señores de las estrellas, los antiguos guardianes, los Creadores de ancestral memoria, y empezé a morir. Un hombre morìa arrastrado afuera de las tranquilas formas de la geometrìa de Euclide, de los esquemas familiares del relativo saber, más allá de la dual conciencia del bien y el mal. Un delirio que durò once años, un lento agonizar, una inexorable mutaciòn. Esa noche al final del verano comencè a morir para renacer en una nueva conciencia. Es por eso, y por otras cosas mas que vagan inquietas en las profundas gargantas de la memoria, que esta historia me pertenece; y no podràn los doctos, los hombres de ciencia, que sean ellos astrònomos o psicòlogos, sociologos o esegetas de religiones absurdas, mutar con su saber lo que es tan real, tanto como puede parecer increíble; ni con sus sabias disquisiciones y sus pontificantes "verdades" podràn jamàs modificar lo que he vivido sobre mi piel en silenciosa y exasperante emarginaciòn. No pido que me crean ni que traten de comprenderme, mas solo que refleccionen y mediten sobre lo que me sucediò. ¿No es acaso locura todo lo que està fuera del racional sentido de comprensiòn? ¿No fue considerada absurda un tiempo, la idea de algunos de poder volar elevandose en el cielo a bordo de aparatos más pesados que el aire? ¿Qué decir de todos los locos del pasado, de aquellos que pagaron con la vida la imprudencia de narrar la propia visiòn de las cosas, cuando ésta era lejana de la presuntuosa capacidad de entender de los "sabios"? De los varios Giordano Bruno, de las Juanas de Arco que como gran equivocaciòn sabìan ver(o fueron ayudados ) más allá de los puros confines del limite humano, oír voces provenientes desde dimensiones desconocidas y hablando de esto fueron considerados culpables de oponerse a la arrogancia de los dueños del saber. La historia humana de este planeta está llena de rogos y de màrtires, de locos burlados y metidos en la argolla de los condenados por parte de luminarios, de hombres de ciencia pedantes y racionales que creyeron y todavìa creen que todo se pueda explicar a la luz de la lògica y de la racional inteligencia. Lo que aparece como insensato, ilògico, irreal, o pertenece a un decadente legado religioso o entra en el campo sintomatico de la psicoanàlisis como desvaríos, disturbos psicològicos, carencia de afecto, desadaptaciòn y manìa de persecuciòn. Y aquì se impone una pregunta: ¿Cuanto sabe verdaderamente el hombre de la psiquis? ¿Conoce acaso los secretos de la mente, la interacciòn frecuencial entre celulas y galaxias? ¿Y la astronomìa, qué conoce del universo, de las estrellas y de los soles, fluctuantes en la inmensidad sideral? !Nada! Poco y mal. Quizas el miedo nazca de la ignorancia, el terror humillante de no conocer el propio pasado, de no lograr imaginar el propio futuro; y del miedo nace la arrogancia presuntuosa que niega todo lo que parece anormal, que llama locura lo que no conoce o lo que no sabe explicar. Todo lo que sale de los esquemas prefijados hay que negarlo o destruirlo, y poco importa si también se destruyen los "locos" portadores de esas anomalìas en un mundo que tiende a la homogenizaciòn segregante de las masas. A veces sucede para la mala suerte de los detentores del poder polìtico religioso y cultural que algunos malditos afortunados puedan ser tocados por una insana locura y a merced de fiebres delirantes comiencen a hablar y a contar una propia historia. Malditos afortunados, (así me siento yo: golpeado por la maldiciòn de un saber que trasciende la mediocridad humana, y afortunado por estar en el guiòn de un evento extraordinario que conduce más allá de la imaginaciòn, hacia el futuro) , malditos afortunados que viven sufriendo por su nuevo estado de conciencia y que no poseen nada excepto la libertad.
Empezò todo una tarde de mediados de septiembre. Todavìa se sentìa en el aire el calor de un verano particularmente tòrrido, que recién empezaba a disolverse en una fina llovizna con olor a polvo, y en ligeras brisas. Un sabado de noche con los amigos en una pizzerìa y después una vuelta en auto por las calles estrechas de las colinas.

Habíamos llegado a un claro y estábamos bajandonos de los autos, quando de repente el cielo oscuro fue atravesado por un bòlido incandescente, una esfera de fuego aparecida de la nada.
Quedamos atònitos a mirar en silencio, siguiendo las extrañas evoluciones hasta que con una ràpida maniobra de acercamiento, "la cosa" iniciò a descender en direcciòn de un cercano bosque de àlamos, desapareciendo después de algunos momentos e irradiando alrededor una luminosidad atenuada de color rojo-naranjado. Sorprendidos y excitados, enseguida decidimos ir en la direcciòn donde el objeto habia desaparecido. Pero poco después, por culpa de la oscuridad y de un profundo desnivel del terreno lleno de rocas que nos separaba del bosque, renunciamos a la empresa. Volviendo hacia los autos y en durante el viaje de regreso a casa, no hicimos otra cosa que hablar del extraño acontecimiento haciendo suposiciones de todo tipo. Cuando nos separamos, eran ya las 23 o 23.30 hs., me di cuenta que no me sentìa bien. Mareos y fuertes ardores de estòmago me provocaron un malestar general de extraordinaria intensidad. Daba vueltas en la cama angustiado. Tenìa frío y al mismo tiempo sudaba abundantemente. Mientras me encontraba en un estado de confusiòn total, a pesar del inevitable bochinche fruto de mi agitaciòn y del ruido provocado por mis frecuentes viajes al baño para aliviar con agua fresca el sufrimiento a este punto inaguantable (traté de vomitar porque estaba convencido que todo era culpa de una intoxicaciòn alimenticia), mis familiares siguieron durmiendo profundamente. Llamé varias veces, en vano: fue entonces que increíblemente vi el claro de luna que entraba a través de las persianas semiabiertas, sus rostros cristalizados en un sueño inmòvil como los que provocan los somnìferos. Todo era increíblemente amortiguado, y cuando sin querer golpeé un vaso que estaba sobre el lavabo, lo vi caer con una lentitud exasperante y explotar en el impacto contra el piso en mil pedazos brillantes, pero no oì el ruido que inevitablemente deberìa haber producido. La casa era silenciosa, pero era un silencio agobiante y preñado de alegorìas inquietantes. Las paredes mostraban sombras atenuadas, y desde afuera, desde la calle habitualmente muy traficada y ruidosa sobre todo los sàbados de noche, no provenìa ningùn ruido. Miré el reloj: era apenas la una. Febricitante, traté de dominar un bramido desesperado sin lograrlo. No entendìa mas nada. No sabìa qué estaba pasando, pero sentìa que algo pasaba y fue entonces que empezé a luchar con los desconocidos que estaban invadiendo mi mente: algo o alguien me ordenaba de vestirme y de salir de casa, me ordenaba de subir la colina. Fuerzas extrañas me estaban obligando a hacer cosas que en realidad no deseaba hacer, pero a pesar de que tratara de oponerme con toda mi voluntad, me encontré de repente en el coche con el motor ya prendido, y enseguida me encontré entre las curvas tortuosas de la carretera estrecha de la colina. Tenìa miedo, me parecìa que me estaba muriendo mientras un mar de pensamientos confusos me atravesaban la cabeza. En ese momento me acordé que en el auto no tenìa suficiente gasolina. Como respondiendo a mis pensamientos el auto perdiò velocidad y el motor tosiendo se apagò. Me encontré sumergido en la oscuridad, no lograba mantenerme parado, debía estar en un estado psicofìsico terrible. Pensé en escapar, en volver a la ciudad para ir al hospital, pero me habìa olvidado que oponerse a los invisibles era inùtil y doloroso. Puntadas fuertisimas me deboraban el cerebro mientras sentìa la orden de continuar, y yo vencido y abatido seguì adelante. Quando llegué al claro de la noche precedente, me sorprendiò el mismo silencio oprimente e innatural, la misma atmòsfera enrarecida e inmòvil que habìa sentido en casa por primera vez algunas horas antes. No sabìa qué hora era exactamente y era imposible en la oscuridad poderla ver en el reloj. Recuerdo que, calculando mentalmente el tiempo transcurrido desde que había visto que eran aproximadamente las 2.30 hs antes de salir de casa, y sumàndolo al hipotético tiempo necesario para alcanzar el lugar donde me encontraba ahora caminando, calculé que serìan las 4 de la mañana aproximadamente. Claro que teniendo presente la frustrante condiciòn en la cual me encontraba, este no es un dato preciso.

Fotos M.Cavallo
Después sucediò la cosa más espantosa y absurda que la mente humana pueda soportar o concebir. Apareciò de repente: enorme, espantosamente inminente. Una esfera de fuego turbulenta me dominaba; dentro entreveìa un cuerpo más claro que la plata resplandeciente. En una sucesiòn de eventos veloces y desarticulados como en los sueños, probé la sensaciòn de flotar en el aire, me di cuenta que me estaba alzando en el aire, absorbido hacia arriba. Cada una de las fibras de mi cuerpo gritaba desesperaciòn y resignaciòn. Trataba en vano de huir de esa pesadilla terrorìfica a ojos abiertos, hasta que me abandonéy esperé lo inevitable. En el silencio un rumor alcanzaba mis oìdos: los ojos dolientes trataban de acostumbrarse a una luminosidad generalizada y transparente. Parecìa como si estuviera encerrado en una capsula de vidrio, una campana de cristal o material plastico transparente, a través de la cual entreveìa un ambiente increìblemente amplio; paradojalmente mi inconsciente notò la enorme diferencia entre el objeto visto de afuera y el espacio que me contenìa, del cual se entreveìan apenas los limites extremos. (Desde el externo aparentemente el objeto podrìa medir unos 15 o 20 metros). El ambiente estaba casi vacìo, sin instrumentaciòn de ningùn tipo, con la excepciòn de unos paneles que cubrìan toda la circunferencia y que estaban ubicados a un metro de altura respecto al piso de color verde translùcido similar a las esmeraldas, y convergìan degradando hacia el techo semicircular. Pulsaban emitiendo luces de colores tenues que iban desde el azùl metalico al blanco violeta. Sentì entonces la impresiòn extemporànea de encontrarme entre las espiras de una criatura biològica, un organismo viviente. El lugar que yo ocupaba inmovilizado en el nicho transparente, me impedìa de coger ulteriores detalles de lo que estaba a mis espaldas y por lo tanto de describir por entero el ambiente que me contenìa. Tuve la certeza, pero inconsciente, de no estar en el centro sino a dos tercios de la que para mi deberìa ser la parte central, una especie de estructura ligeramente convexa de color cobre bruñido que subìa desde el piso. El rumor creciò en intensidad y casi contemporaneamente la voz penetrò en mi mente: me dijo que no tuviera miedo porque no me habrìan hecho daño. La voz era similar al crujido del viento entre las cañas, monòtona como agua que corre. Estaba suspendido en el universo y mi corazòn pulsaba con el pulsar de las estrellas, me sentìa como dilatandome hacia emulsiones de luz imposibles de describir, brillos de piedras preciosas en la oscuridad cósmica.... Era como si de repente yo conociera todo de todos y de todo, como si el universo entero no hubiera tenido secretos para mi: no más misterios. Mientras la consciencia se expandìa adueñandose de una sabidurìa atàvica y terrible, yo continuaba a pulsar con las estrellas, a precipitar hacia soles enloquecidos, raptado en un remolino de planetas danzantes. Por un instante me vi nota de una sinfonìa huidiza. "No tengas miedo" me repetìa la voz que parecìa como si viniera desde profundidades abismales, desde más allá de los limites de las galaxias. El ruìdo se hizo cada vez más intenso modificando los tonos bajos en ecos chillones, hirientes, y una sensaciòn de nausea empujò hacia mi garganta arcadas de vomito mezcladas a gritos sin sonido. Quando el ruido similar al que producirìa una enorme dìnamo alcanzò niveles insoportables hasta perforarme los tìmpanos, cerré los ojos y me sentì caer. Me deslizaba hacia abajo, precipitando rapidamente. Después todo se calmò y tuve una visiòn increíble. A través de mis párpados semicerrados y doloridos, se recortaba un paisaje de cuentos, irreal: construcciones con formas extrañas, con arquitecturas monolìticas y redondeadas, se recortaban y se perdìan a lo lejos emanando una luz fluorescente con tonalidades calientes que iban del amarillo al naranjado; artefactos insòlitos, suspendidos en el aire, ondeaban en un ancho espacio circular. Pero sobretodo me impresionò el edificio que dominaba la escena, atizò mi imaginaciòn con una similitud abstracta. Aparecìa como una concha dada vuelta con grandes arcadas a lo largo del perìmetro externo y frontones decorados, sobre los bordes altos, con raros sìmbolos, en algunos aspectos semejantes a la antigua escritura cuniforme y en otros similares a geroglíficos. Estas arcadas en su forma contenían imposiblemente un circulo y un triángulo, una elaboración arquitectónica difícil de expresar y sin embargo fantasticamente existente. Di algunos pasos indecisos, y me di vuelta incrédulo. Pude observar la máquina con la que me habían raptado: no pulsaba más, ya no estaba cubierta de llamas. Ahora parecía una gema redondeada que se afinaba en los bordes. Había tomado un color mercurial muy vivo y parecìa como si estuviera hecha con un material transparente, tal es asì que tuve la impresiòn de entrever algunas partes de adentro. Por toda la circunferencia del aparato, una cintura brillante semejante al zafir, emanaba relàmpagos de luz azul cobalto intermitentes, como una llama elèctrica. Comprensiblemente trastornado, me daba cuenta que no sentìa miedo y que también mi malestar habìa desaparecido. Advertìa en el aire un olor amargo y punzante, intenso, que me hizo acordar a la montaña, una mezcla entre hierba mojada y salada, quizà más amargo aùn. Estaba tratando de comprender, entre el montòn de sensaciones contrastantes, el silencio innatural que era insostenible, hasta que con una sensación de vertigo volviò a oirse la voz: "Bienvenido, hijo de Sahrahs, mi nombre es Chama y vengo de Clarion" - La voz tenìa la extraordinaria capacidad de crear visiones en mi mente, y mientras el sonido confluìa en mi acompañadas de un suave reverbero metálico producido (me enteré después) por un traductor simultàneo, en mi cerebro se creaban imágenes de lugares y eventos, un claro resumen de lo que me estaba diciendo. Las imágenes eran tan nìtidas que casi parecìa de encontrarme dentro, como si estuviera viviendo lo que me estaban proyectando.

Vi Clarion, un planeta azul cristal y mimosa. Lo vi primero desde el espacio a lo lejos, y después cada vez más cercano. Saltando en un vuelo rasante lo atravesé costeando altas cumbres y profundos fiordos, sobrevolé océanos y selvas, ciudades de planta circular, metidas en la vegetaciòn primitiva y exuberante, que tenìa matices indefinidos imposibles de comparar con los colores conocidos. El verde azul de los océanos era similar al color de nuestros mares, pero el agua daba la impresiòn que fuera de un metal en fusiòn permanente y creando fajas de plata bruñida mezcladas con ondas perladas. Clarion - que en el idioma extraterrestre significa "esplendor" - me dijeron que pertenece a un sistema binario ubicado en la tercera galaxia. Está en órbita alrededor de dos soles, como un tiempo sucedìa en nuestro sistema solar. Me explicaron que los sistemas dobles son prácticamente una regla fija en el universo, en cambio la situaciòn actual de nuestro sistema solar se define como " un evento anormal producido por una catàstrofe planetaria que se verificò 180 millones de años atràs". La configuraciòn de la órbita del planeta Clarion produce un dìa larguisimo y una noche como un breve crepùsculo. Aprendì también que por efectos de su órbita elìptica y al mismo tiempo sinusoidal del planeta alrededor de los dos astros, que dura 425 dìas terrestres ( año clariano ), se crea una condiciòn particular que determina un perìodo de 45 dìas durante los cuales nunca es de noche. Este evento en su idioma se llama: "amhutzar" - Dìa infinito - . Siempre a través de las imágenes inducidas, supe que Clarion se encuentra a una distancia de 150.000 años luz de nuestro planeta, y que para cumplir este trayecto los visitadores ponen 72 o 73 de nuestros dìas proyectando sus naves a travès de una especie de corredores magnético-temporales.

Jhlos
Mientras una cantidad enorme de informaciones entraba en mi mente con una velocidad alucinante consternandome màs y màs, a pocos metros del aparato vi algunas figuras moverse. Una de ellas vino a mi encuentro, y finalmente, bajo la luz de los relàmpagos azulados que iluminaban el vehìculo pude ver el rostro de uno de mis secuestradores claramente. Tenía rasgos humanos y parecìa que se deslizaba en vez de caminar. Alto, con un cuerpo atlètico, el rostro se parecìa a los de los indios preincaicos - ésa fue la impresiòn que me sugiriò el pensamiento entre mi angustia y mi fuerte emociòn. A pocos pasos de donde yo me encontraba, levantò su brazo derecho, un gesto que yo ansiosamente interpreté como un saludo, y de nuevo la voz penetrò en mi mente sin que sonido alguno pasara por mis oìdos:" No temas, nada te va a suceder", me dijo Chama. En este momento entendí que tenía que seguirlo y nos dirijimos hacia las insólitas construcciones. Solo entonces me di cuenta que no existìan zonas de sombra: todo era luminoso como si la luz brotara de las mismas estructùras, de cada elemento arquitectònico, hasta de aquellos que por la posiciòn en la cual se encontraban nunca hubieran podido estar iluminados. Caminábamos uno al lado del otro por una estructura transparente, un amplio tùnel de cristal que corrìa derecho entre las construcciones separandonos de ellas. Por un momento alcé la vista, quizàs esperaba encontrar el cielo pero no lo vi. Cualquier cosa que pudiera estar afuera, arriba o alrededor, se encontraba cubierta de una densa vegetaciòn. Insòlitas plantas, àrboles de ramas altas y enredadas, helechos enormes de color violeta pàlido salpicados de color arena se alzaban tupidas como una compacta mancha cromàtica. Me acuerdo que pensé, quizàs por qué, a la vegetacion exuberante que cubrìa nuestro mundo hace millones de años. La luz que lo envolvìa todo no se podìa comparar con nada, quizàs solo con un atardecer en los tròpicos después de un dìa tòrrido. Me di cuenta que cada fibra de mi cuerpo estaba en una espasmòdica tensiòn. Trataba si esto fuera posible, de analizar lucidamente lo que me estaba sucediendo. Varias veces tuve dudas que todo esto fuera real, e igualmente otras veces sentì una humillante consciencia de lo que era evidentemente real. Alrededor solamente silencio inanimado, siempre. Ni siquiera nuestros pasos creaban ecos o ruidos de ningun tipo. Cuando llegamos adelante del enorme edificio de forma de concha dada vuelta, Chama fue adelante y me indicò que lo siguiera. Seguramente percibiò mis dudas, mi indecisiòn y mi desconfianza fruto del instinto de conservaciòn, porque hizo eco de nuevo en mi cerebro su voz: "No temas, no tienes nada que temer". Sentìa que mis sienes pulsaban mientras veìa dramáticamente clara mi situaciòn: quien sabe si esta pesadilla va a terminar, quien sabe si voy a volver a casa; todo dependerà de la voluntad de mis secuestradores. Estaba cansado. Lentamente di algunos pasos hacia adentro. Si hubiera pensado que a este punto nada màs me podìa sorprender, me habrìa equivocado. Algo parecido a bajorelieves cubría a intervalos regulares el techo a forma de arco y la parte superior de un nuevo corredor que tenìa paredes convexas y pulidas, brillantes como el acero. Sin querer toqué distraidamente la superficie y sentì un cosquilleo como de corriente elèctrica, y los dedos fueron rechazados como empujados por una energìa misteriosa. Desorientado y atontado no me di cuenta que llegando al final el corredor desembocaba en un gran salón circular completamente envuelto por una suave luz azùl. Alrededor del salòn y en el centro, conectadas entre ellas por cilindros de distintas dimensiones, se erguìan estructuras aparentemente de metal, grises antracita, similares en sus formas a torres torneadas. Habìa también, suspendidas en el aire a unos metros del piso, esferas transparentes como el vidrio que contenìan vapores rosados...... Casi no habìa reparado en Ellos. Estaban inmòbiles y me miraban con ojos penetrantes. Estaban vestidos con largas tùnicas de colores diversos. Tenìan la piel clara y largos cabellos blancos fluidos rodeaban sus rostros de edad indefinida. Me indujeron a dirijir la mirada hacia un monolito a forma de piramide imponente que se encontraba en el centro de una ancha mesa rectangular, que parecìa de metal. Me hablaron invadiendo mi mente con imàgenes y sonidos: mi vida pasada corrìa rapidamente. Mi infancia, mis recuerdos llevados a la luz y resucitados en mi memoria. Supe en ese momento que me encontraba en una de sus bases subterràneas que se encuentran en nuestro planeta, en el corazòn de la selva amazónica. Me enteré que ellos nos observan desde hace mucho tiempo y que conocen la historia de la humanidad desde sus albores. Me dijeron que son "Los Guardianes del Mundo", y que pertenecen a una confederaciòn intergalàctica que reùne pueblos y razas estelares distintas. Habitantes de Alpha Centauri, Orion, Zetar Reticuli y de las Pleyades estàn en nuestro planeta. Algunos de ellos son "Los Creadores", aquellos que implantaron el còdigo genètico primordial y que, modificando las estructùras biològicas primitivas del organismo viviente llamado hombre, dieron origen a la evoluciòn de la especie y a las razas actuales. Varias veces había mentalmente expresado el deseo de comprender porqué había sido "secuestrado" ¿Y con qué fin además me hacìan todas estas revelaciones? Me daba cuenta que la elecciòn no podìa ser casual: conocìan mi vida, me seguìan desde mi infancia, y tal vez de alguna manera me habían preparado a este evento. ¿Pero, por qué yo y no otra persona? Sabìa que leìan mis pensamientos, pero la respuesta a este interrogativo nunca llegò. Aùn el dìa de hoy lo ignoro. Creo que fue un lijero crujir que me hizo dar vuelta. Mi mirada encontrò la de Chana y me pareciò sentir una inesperada dulzura.Èl habìa estado todo el tiempo detràs de mi y a su lado ahora veìa una criatura de una belleza tan grande que se podrìa definir solo estando en silencio, porque cualquier intento de definiciòn disturbarìa su recuerdo: "Dhara". Su nombre llegò hasta mi sobre las ondas de un eco profundo. Tenìa los ojos de un color azul indefinible y con rasgos vagamente orientales y felinos. Sus cabellos eran cobrizos y recogidos en parte con un peinado singular y en parte sueltos sobre la izquierda del rostro. Vestìa un vestido azul oscuro de costura vagamente medieval y hecho con una tela extraña aparentemente similar a la seda o al raso, largo hasta los pies. Sonriò. Mientras tanto las diez o doce figuras de largos cabellos càndidos, de las cuales habìa aprendido conocimientos asombrosos, habían desaparecido. Tuve la intuiciòn que lo que habìa pasado y que todavìa estaba sucediendo, fuera lo que fuera, ahora estaba por terminar. En medio de un absoluto silencio, seguì a Chama y a Dhara que caminaban algunos pasos adelante de mi. Atravesamos el salòn costeando las estructuras metàlicas, y doblando a la izquierda, casi rozamos las esferas suspendidas que ondeaban provocando suaves trinos. Entramos en otro corredor màs fino y màs bajo de los anteriores. Las paredes parecìan del mismo material similar al acero pero concavas y llenas de foros ovales que parecìan ojos de buey. Enseguida terminamos el trayecto adelante de una especie de ancho panèl que se movìa. Parecìa como si infinitas lenguas de fuego lo atravesaran intersectàndose entre ellas y produciendo mirìadas de chispas violàceas. Chama y Dhara (esta ùltima, como pude saber en un encuentro posterior, es una biòloga astral) haciendose a un lado me indujeron siempre mentalmente, a atravesar el panèl. Me sentì de nuevo angustiado y con la garganta apretada. Cerré los ojos y pasé al otro lado como me habían pedido. Lo que pasò después no lo sé decir porque no lo recuerdo. Me acuerdo solo mil pinchazos de agujas por todo el cuerpo y una sensaciòn de entumecimiento mientras precipitaba en un tùnel sin fin entre una cantidad impresionante de colores y saetas. Me encontre acostado sobre la hierba hùmeda de un prado. El sol estaba ya alto en el cielo y una suave briza me traìa los lejanos ruidos de la ciudad.... Èsta es mi historia que todavìa no llegò al final porque aùn continùo a encontrarme con los visitadores, a aprender de ellos los significados ocultos de la vida y a sorprenderme ante los misterios del universo. Los secuestradores de la noche, che me liberaron para siempre de la esclavitud de las apariencias, vuelven a veces para hablarme de mundos remotos, preocupados por la suerte de nuestro planeta, esperando que el hombre se despierte y vea el Cosmos como su casa lejana donde la propia semilla fue generada un tiempo. Pasaron 30 años de aquella noche del año 1981. Tal vez el hombre no descubrirà nunca su propio origen, no desvelarà los secretos de la vida y de la muerte. Capaz que no llegarà a comprender nunca los secretos del universo. Tal vez dentro de un siglo, dentro de dos o dentro de mil años un evento inesperado, imprevisto, cancelarà la memoria humana. Quizàs, como ya sucediò a las civilizaciones que vivieron antes de la nuestra, nuestra civilizaciòn perderà la propia identidad històrica y la propia cultura dispersando sus sueños, sus esperanzas y sus conocimientos en infinitesimales fragmentos ininteligibles. Acaso dentro de un siglo o dentro de mil años, otra especie biològica se moverà entre las ruinas de la civilizaciòn actual, tal vez hasta los mismos sobrevivientes trastornados vagarán entre los misterios del pasado tratando de reconstruir la propia identidad. En las incògnitas de la vida y de la muerte, del antes y el después, ellos buscaràn el origen de la existencia haciendose las preguntas de siempre, creando nuevos cultos, inventandose nuevas tipologìas de espiritualidad; crearán nuevos dioses y nuevas filosofìas para explicar su presencia en este mundo. Quizás que no sea la historia que se repite en un loco retorno sin fin, hasta que el universo entero dejarà de existir, hasta que el ùltimo gránulo cosmico o el ùltimo sol se consumiràn en el silencio de una lenta agonìa sideral. Tal vez no sabremos nunca que éramos antes, o no seremos màs después. Quizàs somos fragmentos de un sueño que dejaràn de existir en el momento que el "Arquetipo Oculto" se despertarà; acaso dentro de cien o mil o un millòn de años, rotas las barreras del espacio/tiempo, penetraremos en los territorios oscuros del absoluto, allà donde empiezan los sueños y las galaxias, y allì, perdiendonos nosotros mismos, se disolveràn las dudas y los miedos, las preguntas y los miles porqué que por tanto tiempo angustiaron e hirieron el corazòn y la mente de los hombres. Tal vez en la inmobilidad còsmica remontaremos a nuestro origen, sabremos que somos hijos de las estrellas o fragmentos de locura, meteoritos errantes en el infinito. Quizàs logremos comprender nuestro destino, las razones del porqué existimos.... Cualquiera sea el epìlogo, si es que habrà un final, entenderemos que la belleza de la vida habita sobre las alas del misterio y el atractivo de la muerte en el corazòn de su incorruptibilidad.